Al escribir en programas sencillos -no podemos llamarlos procesadores de textos- no uso correctores ortográficos. Es más, normalmente escribo textos con mucho vocabulario técnico y en diferentes idiomas; cuando doy formato en LibreOffice, ni siquiera me fijo en las marcas de error ortográfico, ya que aparecen el gran parte de las palabras (los tecnicismos no están en los diccionarios habituales). Sin embargo he estado realizando un curso para generar Unidades Didácticas en "galego", y por lo tanto es importante, ya que van a ser documentos públicos con el membrete de la Universidad de Santiago de Compostela, que contenga un lenguaje correcto y ajustado a la normativa actual.
La normativa en gallego ha tenido algunas modificaciones en los últimos años, lo que sumado a que existen aun localismos aceptables de manera oral, pero no escrita, provoca que metamos fácilmente gazapos. Aquí he descubierto la bondad de los correctores ortográficos; gracias a los correctores en gallego en LibreOffice he evitado algunas faltas que debería saber, pero que benévolamente digamos "se me han escapado".
En contra de lo que siempre he pensado, los correctores ortográficos SÍ son útiles.
También lo son cuando vives en otro país o trabajas en otro idioma y te tienes que comunicar de forma escrita en ese idioma que no controlas al 100%.
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