Eso supone que el Fedora no arranca por que no encuentra el disco que espera encontrar.
Para evitar el problema reinstalé de nuevo Fedora con otro disco sustituto (otro desechado; Caviar Black 1,5TB, antes sistema en un ordenador, ahora sustituido por un disco sólido). Y aquí surge el segundo problema. El sistema no encuentra el disco de arranque, y había que entrar el en menú de arranque y señalárselo cada vez que reiniciamos la máquina.
En la placa madre Intel DZ77BH-55K se habían descrito algunos problemas con los discos duros, así que comprobé que versión de BIOS estaba instalada; era la versión 57 de 2012, siendo la última disponible la 100 de finales de 2013. Bien, cambié la BIOS. Y eso nos lleva al tercer problema. A pesar de que la máquina había señalado que el cambio había sido correcto, no arrancaba, daba una serie de pitidos y quedaba con una pantalla en negro que no decía que hacer. Cambio de monitor y cable de señal y unos dedos mejores que los míos consiguieron reparar la instalación de la BIOS y todo vuelve a la normalidad... relativamente. Como Fedora se había instalado de nuevo, hubo que preparar los repositorios, incluir las aplicaciones de uso común (más fácil si seguimos a xenode), inhabilitar otra vez el VGA1 inexistente pero molesto,
habilitar las teclas mágicas, conectarme a Dropbox, activar mis cuentas para poder disponer de drive en nautilus... Es decir, entre una cosa y otra, de jueves a lunes perdiendo el tiempo en todas estas cosas.
¡ESTO ES DIVERSIÓN!
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